Estrella cerámica Nazca, Perú.

 

 

El carnaval andino, por su origen, está asociado a la fertilidad de la tierra -por cuanto florecen los sembríos- y ésta, a su vez, con la fertilidad humana. Es la fiesta mayor del mundo del ande y la música es muy alegre y especial. Sabemos que los españoles como estrategia política e ideológica acostumbraban a superponer sobre una festividad andina otra de corte religioso occidental, es lo que se denomina el sincretismo cultural. Esa estrategia, con el tiempo, fue asimilada y a su vez usada en sentido contrario por la resistencia cultural indígena para, simultáneamente, continuar con la práctica de sus ritos y creencias. En el caso de los carnavales este mecanismo no es muy notorio.

 

Sin embargo, parecen coincidir con el calendario occidental, por la variabilidad de la fecha, febrero-marzo, con lo que llaman el asentamiento de la siembra, es decir que, con la temporada de lluvias de estos meses, los cultivos se fortalecen y aparecen los primeros frutos (llullu)  aun tiernos y el hombre del ande lo celebra jubilosamente. Además, en la concepción andina, la fertilidad de la tierra es relacionada con la fertilidad humana, por lo que la interrelación de solteros y solteras y la permisividad sexual en estas celebraciones es mayor. Incluso es una fecha propicia para iniciar los denominados servinakuy o matrimonio de prueba.

 

Otro elemento importante del carnaval andino que también es denominado pukllay- carnaval (pukllay es jugar), es la recreación de luchas rituales o pruebas de valor entre jóvenes y que rememora antiguas competencias guerreras. Entre ellas encontramos: el seqollonakuy (dos contrincantes se golpean con un látigo o warakas en la pierna desnuda alternativamente), warakanakuy (se lanzan violentamente frutos aún verdes usando la waraka pero de la cintura para abajo, uno frente a otro), pulseo (levantan piedras grandes y circulares difíciles de alzar) y el lucheo (dos jóvenes se sujetan uno a otro de la cintura agarrándose sólo del cinturón o chumpi intentando derribarlo a la fuerza). Estas dos últimas es practicada incluso por mujeres.

 

El Cortamonte

 

Otra expresión característica del carnaval no sólo andino sino de alcance nacional es el cortamonte. El cortamonte o tumbamonte (también  llamado yunsa, sacha kuchuy en Ayacucho, umisha en el oriente y huachiwalito en Ancash, entre otras denominaciones), es una de las más coloridas y festivas celebraciones populares de muy rápida asimilación en todo el país. Sólo unas décadas atrás y al parecer con las primeras carreteras llegó a las capitales provinciales (Ayacucho y Apurímac en los 40, por ejemplo), pues inicialmente sólo se realizaba en el Valle del Mantaro. Hoy es asumido como festividad propia en todo el territorio nacional.

 

En todos los pueblos del ande, y ahora en la costa y en la selva, esta celebración esconde en su organización, una antigua filosofía de vida. Sabemos que, tras bailar en ronda alrededor del árbol adornado o “vestido” con globos y regalos y golpearlo, alternativamente en pareja con un hacha, quien corta y tumba el árbol será muy celebrado y agasajado en ese momento, otorgándole la banda de mayordomo o carguyoq, asumiendo la responsabilidad de organizar la celebración del año siguiente. Sin embargo, ese día también se ofrecen voluntariamente muchos amigos y familiares para colaborar mediante donaciones (a veces registrada en un cuaderno improvisado) que ayuden a afrontar el costo que implica financiar un nuevo cortamonte. Esta es la ayuda colectiva heredada de nuestros ancestros conocida como ayni, sistema de colaboración mutua que recobra vigencia y asegura la continuidad de la fiesta como mecanismo integrador local y también la memoria cultural asociada –en el caso del carnaval andino–, a su música y danza.

 

Pero como todo compromiso asumido con unos tragos demás puede ser muchas veces olvidado, existe un mecanismo de control que posibilita recordarle al oferente su compromiso. Esta costumbre recibe diversas denominaciones:  yuyachikuy en Ayacucho, yaykupakuy en Huancavelica, takiakuy en Junín e ipalla en Apurímac, y que es utilizado no sólo para el cortamonte sino para todo tipo de festividad local. Ésta consiste en visitar –usualmente es el mayordomo quien visita- a quienes han ofrecido colaborar y recordarles el compromiso adquirido. Por lo general, se realiza un mes antes aproximadamente de la fecha central, en este caso del cortamonte. En Ayacucho se estila visitar llevando unos panecillos especiales, vino o cervezas. Adaptar el  yuyachikuy a nuestras actuales festividades es sencillo y permite ampliar e integrar la base social, estimula la expectativa y sobre todo ayuda a compartir los gastos.

 

Una alternativa

 

Junto con el proceso migratorio, las ciudades costeñas y capitales provinciales, han sido invadidas con estas celebraciones y los habitantes de la gran Lima conocen y han participado, cuando menos alguna vez, de un festivo cortamonte. Hay tantos cortamontes en todo el país en estas fechas que no es difícil imaginar la gran cantidad de árboles talados indiscriminadamente. Reinterpretando la concepción andina de vivir en armonía con los recursos de la naturaleza, este año, una organización cultural ayacuchana y una ONG de corte ambientalista, pusieron en venta unos Bonos Ecológicos que circularon en las festividades provinciales que incluían cortamonte. Los fondos recaudados, que no fue mucho, permitió financiar en parte una campaña de reforestación que se realizó  en el mes de abril, en el marco del Día de la Tierra. Estas entidades son: el Círculo Cultural Tradiciones de Huamanga y el Instituto de Factibilidad Ecológica IDEFE, quienes ofrecen extender esta campaña e incluir a cualquier organización que la quiera apoyar.  De esta manera, una tradición popular tan extendida y arraigada en el país ya tiene una alternativa viable que no se opone a la tradición sino que la enriquece. Posibilita así un mecanismo que ayuda a recuperar, a mediano plazo,  los sagrados árboles derribados que no solo oxigenan y embellecen nuestro entorno, sino que mantienen el equilibrio entre los 3 mundos que enlazan: el mundo de aquí o kay pacha, el mundo de abajo o uku pacha y el mundo de arriba o hanan pacha

 

Carnavales de Ayacucho presentado por el Elenco de Danzas del Círculo Cultural Tradiciones de Huamanga en la ciudad ecuatoriana de Ibarra.

Foto: A. Eyzaguirre

 

 

aeyzagui@ild.org.pe



[1] Músico, directivo del Círculo Cultural Tradiciones de Huamanga y coautor del libro “Ayacucho Canta y Baila”.